Pila Gonzalez Blog

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Sin caprichos exagerados

Sentirla cerca

a pesar de las distancias geográficas

que nos separan

es el mayor alivio que experimento.

 

Y eso que en estas épocas

de olvidos precoces

nadie sale ileso.

 

A pesar de todo,

seguimos en contacto.

Hablando casi todos los días.

Un “buenas tardes”,

un “¿cómo estás?”

son frases que parecen minúsculas

pero que son muy acertadas

y que caen

en el momento justo del día:

cuando más lo necesito.

 

A veces pienso

que nuestra separación

debió tener otros matices.

Una escala mayor de reproches,

guerras de egos

y orgullos más elevados.

 

Pero no.

No hubo nada de eso.

Ni gritos,

ni patadas lanzadas al aire,

ni caprichos exagerados.

 

Algunos llantos normales y pasajeros

por la culminación

de una relación de ocho años.

 

Algún reclamo

que se fue difuminando

con el correr de las charlas.

Y nada más.

 

Sin embargo,

cuando llega la noche

y nuestras suelas

han pisado ciudades distintas,

y nuestros cuerpos

se han acurrucado

en otros cuerpos distintos,

la recuerdo.

La extraño.

 

La imagino caminando

por los rincones más recónditos

de un raro país.

Sin mí.

Buscando el fantasma de la felicidad.

Enamorándose de ese farolito

que ilumina la esquina

de una callejuela

que no da a ninguna parte.

Queriendo iniciar una nueva etapa.

Un recorrido que no incluye

la palabra “Nosotros”.

 

La vida avanza

y no se detiene a pensar.

No te da tiempo para procesar,

para reflexionar,

para recordar.

 

Así y todo,

me resguardo en la tranquilidad

de que siempre fue,

es

y será mi cable a tierra.


Este poema pertenece al libro Ciclotimia, publicado en el año 2019.