Y así, de golpe,
sin mediar otro pensamiento,
me dieron ganas de preguntarle
si lo nuestro era sólo amor
o algo más profundo,
como un sexo bien realizado,
en diferentes locaciones,
de un albergue solitario,
en un país balcánico.
Pero no me animé.
No quise estropear el momento
con cursilería barata de mercadillos.
Y así, de golpe,
sin mediar rincones
nos descubrimos en la tarraza,
lo más alto posible,
de ese paraíso olvidado por la historia.
Ella arriba, contorsionada.
Con su cuerpo como ofrenda a las estrellas
y sus pequeños pechos al infinito
(pezones como lanzas afiladas)
Yo abajo, desarmado.
Un sudaca intentando conquistar Europa
desde el Centro hacía el Este.
Contenido y febril.
A punto de explotar dentro de su ser.
De finalizarlo todo
y convertir ese espacio en leyenda.
Y así, de golpe,
sin mediar otra visión del mundo,
del edificio de al lado
se asoma un sereno,
o tal vez un oficinista madrugador,
o un espectro desvelado.
Cupido vengativo.
Se materializa por una ventana
(luz en la penumbra)
Intenta un aplauso,
una mueca perversa
mientras asiente.
Yo le guiño un ojo.
El izquierdo, el del corazón.
Y me creo un actor porno.
Y así, de golpe,
sin mediar otra sensación,
termino. Los dos.
No al mismo tiempo
pero sí en la misma armonía.
(lenguajes bastardos)
Ella intenta escapar
como lo hizo toda su vida.
Yo la retengo,
un segundo más
de lo que está acostumbrada.
Es mía. Somos nuestros
por ese mísero instante fugaz.
Más tarde, al fin, conseguirá su cometido.
Se irá.
Me dejará una nostalgia desbordada.
Pero siempre recordaremos
ese Edén sagrado
donde la inocencia se hizo presente
y podremos gritar a los cuatro vientos,
que fuimos felices
de condición plena.
Y así, de golpe,
sin mediar circunstancias,
nos volveremos a encontrar.
En otros lugares. Lejanos.
Con otras experiencias
en nuestras mochilas.
Con más años que antes.
No tan jóvenes. Antiguos.
Y nos miraremos. A los ojos
(fijos en el alma)
Y lo intentaremos
¡Por Dios, que lo intentaremos!
Pero ya no podremos recrear
aquel momento, ni aquel lugar,
ni aquella aventura de verano.
Y nos iremos, otra vez.
Por donde vinimos.
Cada cual por su camino.
Sin mirar atrás.
Orgullosos. Cobardes.
Con un dejo de culpas acumuladas
y la sensación
de que pudimos haber sido felices.
Así. De golpe.
Al menos una vez.
Este poema pertenece al libro Ciclotimia, publicado en el año 2019.